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  • Paula Arango - Juan Pablo Gaitán

PUNTO DE QUIEBRE - CREENCIAS Y EVOLUCIÓN


 

¿Qué creo de mi?, ¿Qué creo de este momento?, ¿qué cree nuestra gente?, ¿qué creemos en nuestras organizaciones de nuestra gente?, ¿qué creencias debemos retirar o transformar? y ¿cuáles implantar?

 

Son diversas las reacciones que se han presentado producto de la situación que hoy apremia al mundo. Algunas personas manifiestan el miedo, la ansiedad o la incertidumbre que las agobia, mientras otras agradecen el momento particular, se reinventan, y ven la oportunidad que trae para la humanidad y para sí mismas.


Nuestras reacciones surgen de las interpretaciones que hacemos, y a su vez, estas son articuladas por lo que creemos, lo cual resulta decisivo para salir de esta crisis derrumbados o fortalecidos.


Producto de lo aprendido, del entorno en el que nos desenvolvemos y de las experiencias vividas, construimos un sistema de creencias que se convierte en el marco de referencia que guía nuestros pensamientos, decisiones, comportamientos y acciones, que al final se traducen en resultados y consecuencias, y al que debemos prestar especial atención dado el alcance que puede tener en nuestras vidas.


La neurociencia entrega evidencia e información valiosa acerca de cómo lo que creemos moldea nuestro cerebro e influye incluso en la biología de nuestro organismo. Uno de los aspectos que estudia, tiene que ver con la conexión de las interpretaciones que hacemos con los sistemas nerviosos simpático - SNS y parasimpático - SNP, que activan respuestas bioquímicas que se traducen en estrés o bienestar respectivamente, y que transforman nuestra realidad dependiendo de en qué centramos la atención.


 




Según Estanislao Bachrach, investigador y doctor en Biología Molecular: “una de las lecciones aprendidas de la neurociencia moderna es el poder que tiene el hecho de dirigir la atención (actividad mental) a reconfigurar y encender nuevos patrones neuronales, así como también afectar y modificar la arquitectura del cerebro”. Esta premisa, nos abre la posibilidad de transformar creencias limitantes en expansivas, como punto de partida para la activación de respuestas bioquímicas que favorezcan la motivación, creatividad, adecuada gestión de las emociones, buena actitud y relaciones interpersonales, entre otras.


Efectos como el Pigmalión, Galatea y el Placebo, demuestran el poder que las creencias ejercen en las conductas, el rendimiento y la obtención de resultados, tanto por lo que la persona cree de sí misma, como por lo que otros creen de ella. Va más allá de la esperanza, se trata de contar con la certeza que anticipa el logro y se convierte en profecía autocumplida.


Desde las organizaciones se puede aportar en esta dirección, al desarrollar estrategias que ayuden a los trabajadores a enfocar adecuadamente pensamientos, emociones y acciones, partiendo de la identificación, validación y reformulación de creencias, para el beneficio tanto de la persona como de la empresa y del ecosistema.

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